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A cuidar la calidad del aire interior para acabar con la pandemia

A más de dos años de la pandemia de Covid-19, y en medio de un repunte de casos en nuestra Isla, las medidas tradicionales de protección que ya conocemos siguen repitiéndose: vacunas, refuerzos, lavado de manos, distanciamiento social y mascarillas. Sin embargo, aún se subestima lo que muchos expertos han considerado como una de las armas más efectivas en la guerra contra el COVID: la protección de la calidad del aire que respiramos en espacios compartidos.


Ahora el aire es más importante que la electricidad y tan importante como el agua fresca y limpia. Al ser el vehículo por el que viajan patógenos de todo tipo, irrumpe en nuestras vidas con el solo acto de respirar. Con salir a ver una película o tener una buena cena en algún restaurante, ya nos podemos enfermar. Por eso, el aire interior limpio puede ayudar a proteger a los niños en edad escolar, a los trabajadores esenciales y a todos en nuestra vida cotidiana, en el trabajo, las compras, los viajes o las cenas. Junto a las vacunas, las mascarillas y el distanciamiento, el aire interior limpio puede ser un poderoso multiplicador de protección contra la micoplasma, la influenza y muchos otros virus, bacterias y alérgenos, capaz incluso de eliminar cada una de sus variantes.


El desafío en la protección de la calidad del aire es que, tanto el aire bueno como el infectado, son invisibles. En la actualidad, ya eso no representa un problema para aquellos que hacen uso de tecnologías de última generación con la capacidad de mostrarnos los niveles de calidad del aire así como la probabilidad de que el COVID19 y otros patógenos estén presentes, lo que facilita sustancialmente las estrategias a utilizarse para eliminarlos. Es por esto la importancia de hacer inversión en infraestructura que contemple la contratación de múltiples peritos que determinen las tecnologías apropiadas para cada espacio. No hay una fórmula mágica que aplique a todos los espacios ni una sola tecnología que tenga una efectividad de un 99%, es la combinación y redundancia lo que nos dan la efectividad que necesitamos para combatir tanto estas, como otras amenazas futuras.


La filtración y la ventilación son importantes, pero sin tomar en consideración otros factores como las dimensiones, actividades a llevarse a cabo y la tecnología apropiada a aplicarse en cada espacio podremos quedarnos cortos de protección creando un falso sentido de seguridad que anularía los esfuerzos y podría costar vidas. Y es ahí donde la inversión en la consultoría de expertos (SME) es esencial antes de invertir en un equipo tipo “one size fits all” para que un proyecto de infraestructura sea resiliente y robusto a largo plazo y no una medida temporera e insuficiente.


Tan reciente como el pasado 17 de marzo, con una iniciativa de la Casa Blanca y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), se anunció el “Clean Air Building Challenge” con el cual se tomó un paso gigante, no antes visto, a darle la importancia que este aspecto ambiental merece como infraestructura y no como algo opcional.


Por tal razón, la EPA ha recomendado que las empresas inicien sus planes para mejorar la calidad de aire contratando expertos en diferentes disciplinas, reconociendo que no hay una sola tecnología capaz de ganar la guerra contra el COVID.


Los fondos federales y otros recursos están disponibles para apoyar mejoras en la ventilación, filtración y aire interior limpio para escuelas, establecimientos comerciales y públicos, y muchos otros. Este es un enfoque sin excusas para prepararse para el próximo patógeno, gestionar los patógenos recurrentes, ayudar a salvar vidas, minimizar el impacto en la economía y hacer de todos los espacios de aire compartidos, entornos más limpios y seguros.


A pesar de lo devastadora que ha sido y sigue siendo la pandemia de COVID-19, existe una probabilidad razonable de que ocurra pronto otra pandemia grave que puede ser peor. A menos que hagamos inversiones transformadoras basadas en la ciencia e incorporemos una estrategia de protección de múltiples capas que combinen la atención médica, los protocolos de salud pública e incluya la aplicación de tecnologías pasivas y activas que mejoren radicalmente la calidad del aire interior, no estaremos significativamente preparados en el futuro.


Autora: Ing. Lissy Oquendo, Ingeniera de Compuestos, Fundación Puerto Rico Leads Las Américas que advoca por el acceso a aire seguro y limpio de patógenos www.prlla.com

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